Hoy
hace un año que llegué a Sydney. Extraña coincidencia, esta es mi quincuagésimo segunda entrada en el blog. Una por semana. Anda
que no ha llovido (en sentido figurado y literalmente) y a la vez, como a menudo ocurre
parece que fue ayer.
En este
tiempo he acumulado experiencias y vivencias como para escribir un libro (o un
blog), encontrado y conocido amigos que volveré o no volveré a ver, adquirido
nuevas habilidades y estrategias (aquí lo llaman skills y en el curriculum
queda muy bien) pero sobre todo he aprendido inglés, ¡por fin!
No se
da uno cuenta de cómo domina un idioma hasta que otra persona se lo dice.
Persona que puede uno conocer o no: el último que me dijo que mi inglés era muy
bueno fue un australiano borracho la otra mañana en la cafetería (y ya se sabe
que los borrachos nunca mienten).
De Supermario en 3 minutos |
En lo
que respecta a escribir un libro, podría ser una colección de chistes y
anécdotas, la última de las cuales es muy graciosa (de nuevo en la cafetería):
esto es un chino que llega al restaurante y pide una tortilla de champiñones,
el camarero le lleva un bocadillo de lomo por error y cuando regresa para pedir
disculpas la situación es la siguiente:
Camarero
(con una tortilla en la mano): Disculpe, ha habido un error, usted había pedido
una tortilla de champiñones, ¿verdad?
Chino
(con medio bocata ya en el estómago): No, si yo ya tengo mi tortilla aquí, no
quiero nada más.
Por
supuesto a Stephane (el actor en el papel de camarero) le faltó tiempo para venir a contármelo y aguántate la risa
delante de los clientes…
De amigos ni empiezo ni acabo porque muchos más vendrán (y ya saben ellos quienes son) y en lo que
respecta a los skills el mejor
de todos es la capacidad de hacer de voluntario, que tengo más diplomas y
camisetas de eventos que apuntes del curso (y eso que lo aprobé con
sobresaliente, por si no lo había dicho antes).
Ahora que parece que mi visado se acaba igual me voy a Nueva
Zelanda de turismo (que tengo visa para 3 meses) y alargo mi estancia en la
otra punta del mundo un poco, pero tiene más pinta de que me volveré, como
tarde a mediados de abril, aunque después de un año de reflexión siga sin haber
pensado en nada concreto.
Supongo
que, paradójicamente, me hacía tanta falta venirme aquí hace un año como falta
me hace ahora largarme. Al final voy a ser uno de esos, como dice Sabina "porque no quiso ser estatua de sal le llamaban todos culo inquieto"
¡Quién me lo iba a decir!